Una de las cosas que menos me gusta hacer es conducir. No es algo que yo disfrute; y mientras pueda cederle a alguien más esa responsabilidad, lo hago.
Desde mediados de marzo del 2020 tuve la oportunidad de trabajar desde casa, así que sólo usé mi licencia de conducir por dos meses y medio.
Dentro de unos días terminaba su vigencia así que tuve que ir a renovarla, más por alguna situación de emergencia que por el deseo de usarla. También aproveché para pagar el impuesto vehicular.
Creo que tengo el síndrome de la cabaña, me angustia la idea de volver a salir. Tengo mucho miedo de contagiarme del virus.
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