Mis días se pasan tan rápido, inmersa en una rutina: despertar a las 7:00 am, bañarme, ver las clases por TV, tener reunión virtual con estudiantes, enviar tareas, comer, intentar revisar tareas, tener cursos en línea, intentar revisar un poco más de tareas, revisar mis redes sociales, intentar dormir....
Y así se repite al día siguiente.
Entre esas actividades hago espacio para alimentar gat@s, asearles, darles medicamento, lavar ropa o alguna otra actividad que no es diaria.
La ventaja es que sigo en casa de mis papás y mi mamá se está encargando de alimentarme y en cuanto a la limpieza, aunque me estoy encargando de la habitación donde estoy y la terraza, no se compara con tener que realizar toda la de una casa.
Aún cuando es una gran ventaja estar aquí porque sólo me estoy dedicando a mi rutina laboral sin agobiarme tanto por actividades domésticas, siento que el tiempo no me rinde y que aún tengo muchas actividades laborales pendientes.
Espero en menos de dos semanas más poder regresar a mi casa, pero debo aprovechar la ayuda de mis papás para ponerme al corriente con los asuntos laborales que aún no he completado.
Soy privilegiada por poder recibir esta ayuda. Durante el resguardo muchas personas estamos trabajando desde casa y aunque yo tengo estas ayudas siento que no me alcanza el tiempo... así que sé que hay quienes se la están viendo más difícil.
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