Ya se va a cumplir un año de la más reciente elección presidencial. Si no me equivoco, ya es la cuarta elección en la que me toca participar. Sin embargo, cada vez me resulta más difícil tener un candidato por quién votar. Ninguno me convence.
Creo que todas las elecciones anteriores había votado muy temprano por la mañana, quizá de camino a la reunión dominical...pero esta vez ya eran tal vez las 4 de la tarde cuando estaba en la fila de la casilla... aún sin saber cómo votar en la elección presidencial...
Mis dos opciones eran:
a) anular mi voto, con todo lo que implica
b) votar por quién nunca consideré votar, con todo lo que implica
Los analistas mencionan que lo positivo de esa jornada electoral es que ganó la democracia; que en esas elecciones hubo más participación que en las anteriores; que es de admirar los modales democráticos de los candidatos vencidos al reconocer la victoria del vencedor...
Para los ciudadanos como yo, que no somos AMLOvers pero tampoco creemos a ciegas todas las cosas de las cuales se le acusa, el discurso del ganador era muy importante. Sólo me quedé esperando eso para poder irme a dormir.
"El poder de la palabra"... mi deseo era que el discurso del ganador fuera conciliador... que utilizara las palabras adecuadas... Pues creo que muchos de los que no votamos por él, muchos a los que no nos convenció del todo, fue precisamente por algunas de sus palabras.
Afortunadamente el discurso fue conciliador y esperanzador; a muchos nos llegó la frase de que quiere pasar a la historia como el mejor presidente del país. Eso parece utópico o muy romántico, pero esperaba que se sintiera comprometido a no defraudar a tantas personas que votaron por él y en consecuencia lograr su deseo de ser un buen gobernante.
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