domingo, 11 de junio de 2017

Los gatos en mi vida (sexta parte)




--- La llegada de Tito ---

Hace tres años, por estas fechas, estaba en una avenida cercana a la casa de mis papás acompañando a una amiga mientras tomaba su camión a casa. En la esquina donde estábamos hay una veterinaria.

Duramos un buen tiempo platicando en la parada del camión y yo veía que junto a la puerta de la veterinaria había un gatito. No recuerdo si estaba lloviznando un poco o había lloviznado, pero me llamaba la atención que el gatito no se fuera.

Pensé que era una mascota de la misma veterinaria o un paciente que estaba esperando a su dueño, pero me sorprendía que (para ser un gato) estuviese tan quietecito en el mismo lugar. Me acerqué y ví que estaba herido y que olía muy mal su herida.

Entré a la veterinaria y pregunté si sabían algo de él, pero me dijeron que no sabían de quién era. Quiero pensar que realmente no se habían dado cuenta de que lo habían dejado ahí y que estaba herido.

Le hablé por teléfono a Carlos y le comenté la situación. No necesité decir mucho. Ya sabía que no iba a quedarme tranquila dejándolo ahí. A los pocos minutos pasó por mí y entramos a la veterinaria con el gatito.

Le limpiaron la herida y le dieron el tratamiento necesario para su caso pues la herida estaba infectada. Durante 3 o 4 días lo estuvimos llevando a consulta y después seguimos con el tratamiento en casa. En ese tiempo, mientras sanaba la herida, lo dejamos en casa de mis papás pues en mi casa estaban Nina y Mitch, mis otros gatos.

Yo pensaba que con Nina y Mitch ya estaba completa mi vida, en lo que se refería a gatos, pero al ver la situación de ese gatito, no podía quedarme sin hacer nada. También sabía que no era nada más atenderlo de la herida, ya que al dar ese primer paso ya me estaba haciendo responsable de él; ya no iba a poder dejarlo en la calle otra vez.





Así que ese gatito de ojos "saltones" terminó llamándose Tito (ga-Tito). A las tres semanas de su rescate y con la herida sanada, se fue a mi casa. La foto anterior fue su primer foto en casa de mis papás, ahí todavía se le alcanzaba a ver su cicatriz.


Cuando lo llevé a mi casa, Mitch no lo recibió muy bien que digamos. Estaba celoso. Siempre fueron rivales. Creo que Mitch trataba de dejarle muy claro que yo era sólo para él. Tito siempre se mostraba como a la defensiva o desconfiado.



Él siempre andaba apartado de mis otros gatos y no le gustaba que yo tratara de acariciarlo. Si yo lo buscaba, corría. Por eso en las fotos él salía apartado. Si en algún momento lograba cargarlo, su cuerpo siempre estaba tenso; no se veía relajado.

En diciembre de 2015, a principios del mes, estuvo enfermo. Tenía problemas para orinar. Se le llevó al veterinario y estuvo en tratamiento. A mediados del mes todo parecía indicar que ya estaba bien, pero el día último del año, en la noche nos volvimos  dar cuenta de que no podía orinar.

 A la mañana siguiente lo primero que hicimos fue buscar a un veterinario, que por obvias razones (era 1 de enero, estaba lloviendo y había bajado mucho la temperatura) no encontrábamos ninguna veterinaria abierta.

Encontramos a un veterinario, pero no lo pudo atender ya que sólo había ido a la vet a alimentar a los animales que tenía ahí, pero lo revisó y nos dijo que su situación era delicada. Nos recomendó un hospital veterinario que abría las 24 horas y en días festivos. Nos fuimos para allá, le hicieron estudios y se quedó internado.

Estuvo internado como 4 días y me gasté como medio mes de sueldo, pero afortunadamente se recuperó. Todos los días que estuvo en el hospital íbamos a verlo en las tardes, aunque sólo podíamos estar unos 10 minutos con él. Hubo ocasiones en que estuvimos más de una hora en sala de espera, para poder verlo solo unos minutos. Pero lo bueno de esa experiencia fue que los pocos minutos que lograba estar con él en el hospital era super cariñoso conmigo.

El 5 de enero Tito regresó a casa, pero con la consigna de que tendríamos que cambiarle el alimento ya que es propenso a que se le formen cálculos renales. Tito si que nos ha salido caro. La bolsa de alimento trae menos de 4 kg y cuesta 800 pesos.



Un mes después de este episodio con Tito, murió Mitch. Y fue por el mismo problema. Eso es otra de las cosas que me dejaron con sentimientos de culpa. Aunque en el caso de Mitch todo fue tan rápido. Ni siquiera tuve tiempo de gastar todo lo que he gastado con Tito.

Después que Mitch murió, Tito se ve más relajado. Todavía lo tengo que "corretear" si quiero cargarlo, pero por lo menos ya no está todo tenso de su cuerpo.






Ahora es todo un modelo de fotografía.




















miércoles, 7 de junio de 2017

Los gatos en mi vida (quinta parte)

---- La llegada de Mitch ----

Como lo mencioné anteriormente, en octubre de 2013 me enteré que existía una red de voluntarios que promovían la adopción responsable de mascotas. Comencé a seguirlos en las redes sociales y me fui familiarizando con temas como la esterilización de mascotas, los rescates, los hogares temporales, etc.

A finales de noviembre o principios de diciembre de ese año ví una publicación donde se solicitaban hogares temporales para 6 gatitos que se habían encontrado. Me comuniqué con la persona que se mencionaba en el contacto para que me explicara mejor en qué consistía ser hogar temporal. Cuando me explicó que se trataba de cuidar a uno de los gatitos mientras salía su adoptante definitivo y acudir a los eventos de adopciones para que le encontraran una familia, decidí que yo quería ser un hogar temporal.

Hablé con Carlos y estuvo de acuerdo. Me comuniqué con la persona que estaba coordinando el caso de los 6 gatitos y quedamos de ir a buscar al gatito a su casa. Me sorprendió cuando me dio su dirección y era en el fraccionamiento siguiente a donde yo vivo, además vivía en la misma calle donde vive mi prima.

Eran 2 gatitos negros, 2 grises y 2 "borrados". Le dije que sabía que los gatitos negros tenían menos posibilidades de adopción, así que quería cuidar a un gatito negro. Estaban pequeñitos cuando los conocí, pero muy "vivarachos" y algo ferales. Creo que en su corta vida, que calculamos que era un mes, habían desarrollado habilidades para sobrevivir y por eso estaban a la defensiva.




Me entregó un gatito negro. Estaba tan pequeñito que lo podía cubrir con mi chamarra junto a mi pecho. Recuerdo que todavía llegamos a visitar a mi tía y estuvimos un rato en su casa. Yo protegía al gatito bajo mi chamarra.

Cuando llegamos a casa le dije a Carlos que se llamaría "Misha" porque pensé que era hembra. Meses después me di cuenta que era macho y tuve que cambiarle el nombre a "Mitch". Durante 6 meses fue el hermano menor de Nina. Ella lo aceptó muy bien. Hizo muy  bien su papel de hermana mayor.







Mitch era el gato más cariñoso conmigo, creo que influyó mucho que desde pequeño llegó a nuestra casa. Le gustaba "jugar futbol": nada más veía que arrugaba una hoja de papel y la convertía en una pelotita y ya estaba esperando a que se la lanzara para andar correteando tras ella. Incluso hubo ocasiones en que le decía "tráemela, Mitch" y obedecía para que yo se la volviera a lanzar.




Le gustaba ronronearme y siempre esperaba en el descanso de la escalera para que le acariciáramos la cabeza cuando íbamos bajando. Cuando se convirtió en un gato joven se volvió algo peleonero y le dió por marcar su territorio orinando los muebles de la sala. Decidimos que ya era el tiempo de castrarlo y con ello disminuyeron esas conductas. Para ese momento sabíamos que ya no sólo éramos el hogar temporal de Mitch. Él ya era parte de nuestra familia; ya no nos imaginábamos entregándolo a alguien más.








En febrero de 2016, pasó algo que nunca me iba a imaginar. No me lo esperaba, fue tan repentino. Aún no logro superarlo del todo, pensando en qué pude haber hecho de otra manera. Todavía sigo pensando que fue un error, que la vida se equivocó y las cosas no debieron haber tenido ese desenlace. Duré varios días deseando que se me concediera regresar el tiempo y hacer tantas cosas de forma diferente ese fin de semana fatídico.

Un viernes, a principios de febrero, cuando salimos a trabajar observé que Mitch tenía dificultades para orinar. En la tarde que llegué, ví que seguía con el mismo problema y pensé que en la mañana siguiente tenía que llevarlo al vet. Esa tarde-noche yo tenía trabajo de la escuela y lo tuve junto a mí para seguir observando su comportamiento.

Aunque se notaba que no podía orinar, su ánimo estaba muy bien. Seguía igual de cariñoso conmigo. A la mañana siguiente salimos temprano de la casa y me llevé a Mitch conmigo para esperar a que abrieran una veterinaria. Nada más esperé que dieran las 9 y lo llevé a consultar. Lo revisaron y me dijeron que lo mejor era que lo dejara para observación. Esa fue la última vez que lo vi.

En la tarde nos llamaron para decirnos que seguía bajo observación pero que su estado era complicado. A la mañana siguiente, Carlos fue a verlo a la vet y ya lo estaban sedando porque le iban a hacer una cirugía. Él dice que el consuelo que le queda es que Mitch se quedó dormido viéndolo; por lo menos se fue sabiendo que no lo abandonamos, que por lo menos Carlos estaba ahí.

El domingo a medio día nos llamaron de la vet y nos dijeron que el pronóstico no era nada bueno, que esperaríamos a la mañana siguiente. Desafortunadamente el lunes en la mañana recibí una de las noticias más tristes de mi vida: Mitch había muerto.

Casi año y medio ha pasado y aún me sigue doliendo. Todo fue tan rápido. Quizá con la experiencia de Nina y su enfermedad, que duró más de una semana visitando al vet, pensé que con Mitch sería lo mismo. Nunca pensé que cuando lo dejé en la vet era la última vez que lo abrazaba y besaba. Recuerdo cada momento de ese fin de semana y me arrepiento de tantas cosas. Quisiera retroceder el tiempo y tomar otras decisiones. 

Te amo Mitch. No te puedo olvidar.



Algunas de sus últimas fotos:




sábado, 3 de junio de 2017

Los gatos en mi vida (cuarta parte)

---- La llegada de Nina ----

A los tres o cuatro días de que fuimos a entregar a los gatitos rescatados en el parque, volvió a aparecer un gato en mi vida.

Mi esposo entra a trabajar a las 6:00 a.m., así que tenemos que salir de casa a más tardar a las 5:30 a.m.; a esa hora todavía está muy oscuro.

Cuando llegamos al segundo semáforo del camino vimos a un gato pequeño con la intención de cruzar la avenida. No había nadie en la calle; el gato estaba solo. En ese crucero sólo hay terrenos baldíos y comercios.

Esta vez no lo pensé mucho, sólo volteé a ver a mi esposo y creo que entendió mi mirada porque rápidamente me dijo que bajara por él.

Lo subí a la camioneta y llegué a casa de mis papás con un nuevo gato. Esta vez todo tenía que salir mejor. Mis papás lo cuidaron mientras estuve en el trabajo y en la tarde regresó con nosotros a casa. 

Ese mismo día hice una publicación en FB para ver si aparecían sus dueños, sin embargo dudo que estuviera perdido; siempre he pensado que lo acababan de abandonar cuando nosotros lo encontramos en el crucero.








Mis tías viven en una de las colonias más cercanas al lugar donde encontramos al gato. En una ocasión que fuimos a visitarlas vimos unos anuncios pegados en los postes donde se reportaba a una gatita perdida. No era una foto, sino un dibujo del gato. A simple vista se parecía mucho al que habíamos encontrado.

Fuimos a la dirección que se mencionaba el aviso y llevamos al gato para ver si lo reconocían. Estaba lejos del lugar donde lo encontramos para pensar que hubiera caminado tanto, pero era la colonia más cercana y además las fechas coincidían.

Cuando les mostramos al gato no lo reconocieron. Nadie preguntó por él en la publicación que hice anunciando que lo había encontrado. Así que decidimos que se quedaría con nosotros y como todo parecía indicar que era hembra, la llamamos Nina.

Debido a que Nina llegó en tiempos en que comenzaba a hacer frío, le tocó el privilegio de dormir con nosotros. Sin embargo ese gusto le duró poco porque al mes llegó un nuevo gatito a nuestras vidas.






Así comenzó su vida como gato de interior y para nosotros comenzaron las compras de areneros, palas, arena, croquetas, etc. Unos meses después Nina tuvo su cita para esterilización. Afortunadamente tuvo una buena recuperación; aunque por lo general su vida era muy sedentaria, justo después de la cirugía se le ocurrió andar saltando y corriendo. Yo temía que eso tuviera consecuencias negativas, pero afortunadamente todo salió bien.

Después de su cirugía.


No todo ha sido "miel sobre hojuelas" con ella; casi un año después de su llegada se enfermó gravemente. Se veía muy triste, se notaba que se sentía muy mal. Yo la tocaba y me parecía que tenía fiebre. Me la pasaba junto a ella acariciándola y si me despegaba un poco hasta me parecía que con sus patitas me pedía que la siguiera acariciando.

Al día siguiente la llevamos al veterinario, le hicieron los estudios correspondientes y le dieron  medicamento pero no se observaba mejoría. No quería comer, tenía diarrea. No se levantaba. Diariamente íbamos a consulta con el veterinario y no había cambios favorables. Yo la aseaba todos los días con toallitas húmedas, por eso ahora no soporta su olor; creo que le trae malos recuerdos.

Fueron varios días así, incluso unos permaneció internada. Cuando estuvo internada, el médico dijo que le había hecho otros estudios y que el diagnóstico era leucemia. Habló con nosotros, nos explicó de lo que se trataba y nos recomendó que lo mejor era "dormirla" pues no iba a tener una buena calidad de vida.

Obviamente no era una decisión que yo podía tomar en ese mismo momento. Le dije que me la llevaría a casa y que iba a meditar mi decisión. Llegué a casa de mis papás y les comenté la situación. Yo no quería dormirla, pero tampoco quería verla sufriendo, sintiéndose mal. No sabía qué hacer. Quería que alguien me mandara una señal de cuál era la decisión correcta.

Increíblemente, al poco rato comenzó a cobrar ánimo. Se levantó y comenzó a tomar agua y comer. Para mí esa fue la señal que estaba esperando. Nina no fue dormida, sigue "vivita y coleando". Aunque sigo esperando poder tener la oportunidad de una segunda opinión. Quiero saber si realmente tiene leucemia.


Esta foto la tomé cuando ya se había recuperado. Me recordaba la frase de una canción de Benny Ibarra: "El cielo en tu mirada"


Por lo pronto es una gatita gorda y amigable con las visitas. Apenas este año se ha vuelto cariñosa conmigo. Antes no le gustaba mucho que la tocaran; inmediatamente tiraba rasguños. Tengo la idea de que quizá convivía con niños pequeños que eran toscos con ella y por eso reaccionaba así al contacto físico.















martes, 30 de mayo de 2017

Los gatos en mi vida (tercera parte)

En la entrada anterior mencioné que los gatos llegaban a mi vida por una u otra razón, pero al parecer yo no me daba cuenta de eso y continuaba cediéndolos. Cuando por fin decidí que me iba a hacer responsable de uno, del gatito bebé que abandonaron en una caja de zapatos frente a la casa de una tía, porque quizá por alguna razón pensaron que nosotros éramos los indicados para recibirlo, desafortunadamente estaba muy pequeño y no sobrevivió.

Luego apareció una gatita en casa de mis papás y decidimos hacernos responsables de ella, incluso se esterilizó. Ya estábamos más informados acerca de ser dueños responsables de mascotas. Desafortunadamente la recuperación después de la cirugía no fue satisfactoria y la gatita no sobrevivió.

Tiempo después, sólo sé que fue en octubre de 2013, un contacto de FB publicó que había ido a pasear a su perro en la noche a un parque que está cerca de la casa de mis papás y que se había dado cuenta de que habían abandonado una caja con gatitos bebés. Él hizo la publicación ya muy noche, así que yo la leí hasta la mañana siguiente como a las 7:00 a.m.  o antes. Me sentí muy mal, pensando en el desenlace que habrían tenido esos gatitos abandonados toda la noche, ya que precisamente ese día habíamos amanecido con uno de los primeros frentes fríos que además incluía lluvia.

Yo vivo en un municipio diferente al de mis papás, pero todos los días voy a casa de ellos porque mi trabajo y el de mi esposo están ahí cerca. Comencé a hacerles preguntas a mi contacto de FB para saber si tenía más información del caso y otra de sus contactos también se interesó. Ella tenía conocimiento de una red de voluntarios que se dedican a rescatar perros y gatos, darles hogar temporal y después darlos en adopción.

Ese día, después del trabajo yo tenía que asistir a un congreso, por lo cual no podía ir a buscar los gatos o a investigar qué había pasado con ellos. Afortunadamente mi tía me apoyó y fue a buscarlos al parque. Al poco rato llegó con dos gatitos, sobrevivieron a una noche de abandono y a una mañana fría y lluviosa. Sin embargo, siempre tendré la duda si sólo eran dos los gatitos que abandonaron o si algunos escaparon durante la noche y sólo quedaron dos, o si mi tía sólo vió a esos dos y algún otro se quedó olvidado en el parque.




La amiga de mi contacto de FB ya se había comunicado con la red de voluntarios para buscarles adoptantes. Mi tía y yo solo fuimos el medio para rescatarlos y darles hogar temporal mientras nos poníamos de acuerdo en algún lugar para entregárselos.





Una vez más,  ahora que si ya estaba abierta a la posibilidad de aceptar a los gatos que llegaran a mi vida, ni oportunidad tuve de decir que yo los iba a adoptar. Los gatitos estuvieron conmigo sólo una semana  quizá y finalmente nos reunimos en un lugar céntrico para entregarlos a la amiga de mi contacto de FB y que posteriormente ella los llevara a sus adoptantes definitivos.













Me sentí triste.Ahora yo ya quería recibir a los gatos que llegaban a mi vida, pero ahora por causas ajenas a mí ya no se quedaban en mi vida.

 El día que fui a entregarlas.



Lo bueno de todo esto fue que gracias a este caso conocí a las redes de voluntarios que existen a mi alrededor y al estar en contacto con ellos por las redes sociales creo que ahora conozco más sobre la adopción responsable de mascotas y me motivó a informar a más personas sobre ello.

Tito

Mi Tito ya está viejito, ya tiene 8 años. Sigue con su carácter huraño y siempre a la defensiva. "¿Quién te hizo tanto daño, Tito?...