sábado, 3 de junio de 2017

Los gatos en mi vida (cuarta parte)

---- La llegada de Nina ----

A los tres o cuatro días de que fuimos a entregar a los gatitos rescatados en el parque, volvió a aparecer un gato en mi vida.

Mi esposo entra a trabajar a las 6:00 a.m., así que tenemos que salir de casa a más tardar a las 5:30 a.m.; a esa hora todavía está muy oscuro.

Cuando llegamos al segundo semáforo del camino vimos a un gato pequeño con la intención de cruzar la avenida. No había nadie en la calle; el gato estaba solo. En ese crucero sólo hay terrenos baldíos y comercios.

Esta vez no lo pensé mucho, sólo volteé a ver a mi esposo y creo que entendió mi mirada porque rápidamente me dijo que bajara por él.

Lo subí a la camioneta y llegué a casa de mis papás con un nuevo gato. Esta vez todo tenía que salir mejor. Mis papás lo cuidaron mientras estuve en el trabajo y en la tarde regresó con nosotros a casa. 

Ese mismo día hice una publicación en FB para ver si aparecían sus dueños, sin embargo dudo que estuviera perdido; siempre he pensado que lo acababan de abandonar cuando nosotros lo encontramos en el crucero.








Mis tías viven en una de las colonias más cercanas al lugar donde encontramos al gato. En una ocasión que fuimos a visitarlas vimos unos anuncios pegados en los postes donde se reportaba a una gatita perdida. No era una foto, sino un dibujo del gato. A simple vista se parecía mucho al que habíamos encontrado.

Fuimos a la dirección que se mencionaba el aviso y llevamos al gato para ver si lo reconocían. Estaba lejos del lugar donde lo encontramos para pensar que hubiera caminado tanto, pero era la colonia más cercana y además las fechas coincidían.

Cuando les mostramos al gato no lo reconocieron. Nadie preguntó por él en la publicación que hice anunciando que lo había encontrado. Así que decidimos que se quedaría con nosotros y como todo parecía indicar que era hembra, la llamamos Nina.

Debido a que Nina llegó en tiempos en que comenzaba a hacer frío, le tocó el privilegio de dormir con nosotros. Sin embargo ese gusto le duró poco porque al mes llegó un nuevo gatito a nuestras vidas.






Así comenzó su vida como gato de interior y para nosotros comenzaron las compras de areneros, palas, arena, croquetas, etc. Unos meses después Nina tuvo su cita para esterilización. Afortunadamente tuvo una buena recuperación; aunque por lo general su vida era muy sedentaria, justo después de la cirugía se le ocurrió andar saltando y corriendo. Yo temía que eso tuviera consecuencias negativas, pero afortunadamente todo salió bien.

Después de su cirugía.


No todo ha sido "miel sobre hojuelas" con ella; casi un año después de su llegada se enfermó gravemente. Se veía muy triste, se notaba que se sentía muy mal. Yo la tocaba y me parecía que tenía fiebre. Me la pasaba junto a ella acariciándola y si me despegaba un poco hasta me parecía que con sus patitas me pedía que la siguiera acariciando.

Al día siguiente la llevamos al veterinario, le hicieron los estudios correspondientes y le dieron  medicamento pero no se observaba mejoría. No quería comer, tenía diarrea. No se levantaba. Diariamente íbamos a consulta con el veterinario y no había cambios favorables. Yo la aseaba todos los días con toallitas húmedas, por eso ahora no soporta su olor; creo que le trae malos recuerdos.

Fueron varios días así, incluso unos permaneció internada. Cuando estuvo internada, el médico dijo que le había hecho otros estudios y que el diagnóstico era leucemia. Habló con nosotros, nos explicó de lo que se trataba y nos recomendó que lo mejor era "dormirla" pues no iba a tener una buena calidad de vida.

Obviamente no era una decisión que yo podía tomar en ese mismo momento. Le dije que me la llevaría a casa y que iba a meditar mi decisión. Llegué a casa de mis papás y les comenté la situación. Yo no quería dormirla, pero tampoco quería verla sufriendo, sintiéndose mal. No sabía qué hacer. Quería que alguien me mandara una señal de cuál era la decisión correcta.

Increíblemente, al poco rato comenzó a cobrar ánimo. Se levantó y comenzó a tomar agua y comer. Para mí esa fue la señal que estaba esperando. Nina no fue dormida, sigue "vivita y coleando". Aunque sigo esperando poder tener la oportunidad de una segunda opinión. Quiero saber si realmente tiene leucemia.


Esta foto la tomé cuando ya se había recuperado. Me recordaba la frase de una canción de Benny Ibarra: "El cielo en tu mirada"


Por lo pronto es una gatita gorda y amigable con las visitas. Apenas este año se ha vuelto cariñosa conmigo. Antes no le gustaba mucho que la tocaran; inmediatamente tiraba rasguños. Tengo la idea de que quizá convivía con niños pequeños que eran toscos con ella y por eso reaccionaba así al contacto físico.















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Tito

Mi Tito ya está viejito, ya tiene 8 años. Sigue con su carácter huraño y siempre a la defensiva. "¿Quién te hizo tanto daño, Tito?"...