viernes, 3 de enero de 2020

Día productivo

Hoy fue un día de vientos muy fuertes en la ciudad. A algunos les ocasionó contratiempos por fallas con la electricidad y quizá hubo accidentes en la ciudad, pero lo bueno fue ver un cielo azul despejado.

Este día también avancé en un propósito que tenía para este receso laboral: visitar a mi dentista para una limpieza dental. Hace tiempo dejé un tratamiento a medias y tengo que aprovechar para concluirlo ahora sí; ya tengo cita para el lunes. 

Me dijo que necesito también realizar otro tratamiento, aparte de ése. No tenía contemplado ese gasto, pero es mejor realizarlo ya y no posponerlo como lo hice con el otro. 

Casi recién iba llegando de mi visita a la dentista cuando Carlos me mandó un mensaje para que fuera por él al trabajo pues lo dejaron salir una hora antes. Teníamos pendiente ir a comprar la comida y la arena para los gatos, así que fui a recogerlo y nos fuimos para allá.

En el camino decidimos ir a otra sucursal que queda más lejos pero está en un centro comercial más bonito:




A ver cuánto les duran las tres cubetas de arena a los gathijos...


Cuando regresamos de hacer las compras pasamos a casa de mis papás. No tenía contemplado participar en la limpieza de la segunda planta de la casa, pero una llamada repentina nos hizo "ponernos las pilas" a mi mamá y a mí, así que en una hora hicimos una tarea que estábamos posponiendo.

Generalmente el receso laboral de estas fechas lo utilizo para hacer limpieza general, pero esta vez no fue tanto en mi casa sino en la de mis papás, aún así no tenía pensado ir al segundo piso... a final de cuentas también le llegó la limpieza sin planearlo.

Desde inicios de la semana llevé al perro a casa de mis papás para que lo atendiera la veterinaria; la idea era esterilizarlo para que pudiera quedarse allá, conviviendo con los otros perros y teniendo más espacio porque es un perro grande.

Pero desde que llegó, él y el otro macho se la han pasado peleando. Toda la semana había estado pensando qué hacer: regresar al perro grande con nosotros o traernos al otro que es un perro más chico y quizá se adapte mejor al espacio pequeño de nuestra casa.

Es una decisión difícil, pues siento que el perro grande no es feliz en un espacio pequeño como mi casa, que estaría mejor teniendo más espacio con mis papás, pero a la vez pienso que nos va a extrañar pues ha convivido más con nosotros que con mis papás.

Y algo parecido pasa con el perro chico: el espacio de mi casa es más adecuado para su tamaño, pero va a extrañar a mis papás porque ha convivido más con ellos.

El caso es que con esa llamada repentina de que iban a llegar unos familiares a casa de mis papás, también tuve que decidir rápidamente traerme al perro pequeño a mi casa. Por lo menos para que no estuvieran peleando mientras había visita.

Por lo anterior digo que fue un día muy productivo; terminé muy cansada. Después de que llegué a mi casa, me llamó mi mamá para decirme que los familiares habían cancelado la visita por causas de fuerza mayor. Lo bueno de todo es que la presión me hizo tomar decisiones rápidas y hacer cosas que hubiera seguido posponiendo de otra manera.

Creo que este día aplicó el refrán "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy".





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Tito

Mi Tito ya está viejito, ya tiene 8 años. Sigue con su carácter huraño y siempre a la defensiva. "¿Quién te hizo tanto daño, Tito?"...